A menudo, empatía y solidaridad son confundidos el uno por el otro. Ambos términos son usados para describir afecto para las personas más allá de interés propio, pero empatía y solidaridad enfocan nuestra atención en diferentes aspectos de cuidado. Empatía es sobre sentir por otra persona, mientras que solidaridad es sobre acción colectiva contra la injusticia.
Cuando nosotros sentimos empatía, nosotros tratamos de “caminar una milla en los zapatos de otra persona.” Sentir empatía a nivel de grupo todavía significa tratar de identificarse emocionalmente con un solo miembro de un grupo. ¿Cómo se siente? La expectativa a menudo, es que si podemos sentir el uno por el otro, entonces lograremos un entendimiento más grande el uno del otro. La empatía es valiosa en muchos casos, pero no es suficiente en la cobertura de personas marginadas que necesitan más que entendimiento emocional. Ellos necesitan cobertura que incluya llamadas para el cambio.
Una desventaja de algún reportaje de empatía es que puede dar un tirón en los corazones de los lectores con narrativas de desesperación y perseverancia, o puede verdaderamente convertirse en pornografía de pobreza. En otros casos, historias de empatía mantienen el “mito de la minoría modelo” al demostrar “una de los buenos (relacionables)” e ignorando a todas las otras personas experimentando los mismos problemas que tal vez no todos son similarmente excepcionales.
Muchas personas no están conscientes de la fatiga de empatía, que puede convertirse en un gran problema para audiencias de noticias que pueden empezar a evitar las noticias cuando se les pide sentir empatía por demasiado tiempo.
Empatía es un recurso limitado – casi todos nosotros podemos sentir empatía, pero no lo podemos hacer indefinidamente.
Agotamiento por empatizar demasiado tiempo es común en cuidado de la salud, trabajo social, enfermería, educación y periodismo. A menudo hablamos sobre agotamiento en términos de periodistas, pero también es relevante al considerar por qué los usuarios evitan contenido sobre problemas actuales de marginalización. ¿Están interesados en ellos mismos, o están angustiados? Probablemente ambos.
Piensa atrás a un tiempo cuando tuviste un café con un amigo o conocido y ellos te contaron sobre todo que les estaba molestando. Luego, es posible que te sintieras cansado. No estás solo.
Investigaciones de psicología social nos dicen que a menudo sentir empatía depende de (1) similitud percibida con la persona por la cual estás sintiendo empatía (“son igual que yo”), (2) valor percibido (“son geniales”), y (3) un sentido de que ellos no son responsables por sus propios problemas (“ellos tuvieron mala suerte pero hicieron su mejor intento.”)
Cuando la fatiga de empatía se asienta, las personas (1) se desensibilizan y se adormecen, (2) se alejan del tema o persona, y (3) pueden comenzar a culpar a la víctima por sus propios problemas.
Las personas no necesariamente se sientan y deciden desensibilizarse, alejarse, o culpar la víctima – estas respuestas pasan fuera de conciencia, como personas sintiendo angustia y sin esperanza, así que regulan emocionalmente al tomar un paso hacia atrás y girar hacia material más liviano.
Evitar las noticias ha aumentado durante la pandemia, junto con surfear el internet viendo malas noticias (o “doomscrolling” en Inglés) que contribuye a la angustia mental y emocional.
Algunas organizaciones de salud mental recomiendan no leer noticias para proteger el bienestar emocional.
A menudo historias noticiosas sobre comunidades marginadas dependen de empatía porque organizaciones noticiosas creen que va a impulsar a las audiencias a sentir algo – y probablemente sí lo hará, pero sólo hasta cierto punto. Luego de cansar a tu audiencia, puede ser difícil lograr que vuelvan.
Por otro lado, no hay evidencia de fatiga de solidaridad – cuando personas pueden ver caminos hacia delante y reconocen que pueden unirse a un movimiento más grande que un individuo y más grande que ellos mismos, tal vez su energía y esperanza puedan aumentar.
Traducido por Mariela Santos-Muñiz. Mariela es una periodista Puertorriqueña y empresaria de medios de comunicación, traduciendo contenido selecto del Inglés al Español y el Español al Inglés. Tiene una maestría en Relaciones Internacionales y Comunicaciones Internacionales de la Universidad de Boston.